lunes, 31 de octubre de 2011

De Mauricio Garcés o del real playboy mexicano

Mauricio Férez Yázbek (1926-1989), fue el nombre que  llevo en vida Mauricio Garcés. Actor mexicano recordado especialmente por su representación satírica en películas del galán seductor, maduro y sofisticado de alta sociedad.

Después de actuar en la película “La muerte enamorado” estelarizada por  Miroslava Stern y Fernando Fernández, donde le dio la oportunidad su tío José Yázbek, Mauricio adopto el nombre artístico de Mauricio Garcés, por considerar que la letra G podrió  traerle mejor suerte y convertirlo en una estrella de la talla de Clark Gable, Gary Cooper o Cary Grant.

Pero la versión del personaje de galán otoñal, elegante, frívolo y por demás cómico, fue desarrollándose a través del tiempo, interpretando papeles similares en donde la trama se iba haciendo cada vez más ligera y por lo mismo cómica. Fue hasta que la productora Angélica Ortiz (madre de Angélica María) lo contrato para el papel  estelar de “Don Juan 67”; fue el principio de toda una serie de comedias fílmicas que marcaron toda una época del cine mexicano.

Estelarizo a lado de las más bellas actrices de su época como Maura Monti, Silvia Pinal, Zulma Faiad, Elsa Aguirre, Rossy Mendoza, Nora Larraga “Karla”, Patricia Aspillaga, Amedeé Chabott, Isela Vega, Norma Lazareno entre otras. Algunas las besó, a otras las abrazó, pero siempre dio la impresión de a todas las conquisto, por lo menos en la pantalla grande.

El zorro plateado, por sus canas y su peinado impecable, nos dio frases inmortales que popularizo e implanto en el léxico del mexicano: “Las  traigo muertas”, “Debe ser horrible tenerme y después perderme” y por ultimo mi frase  favorita “¡Arrrozz!”; frase que me  a la fecha se me hace muy divertida sin entender el ¿Por qué? o siquiera en ¿qué momento se puede aplicar? Imagínese que bonito, va pasando una bella mujer por la calle y en vez de gritarle una mamarrachada de albañil, usted le dice “Arrrozz”, por lo menos no es ofensivo, tampoco parece un piropo pero no deja de ser un tanto extraño y otro tanto hilarante. Aunque alguien alguna vez dijo que “arroz” era “zorra” al revés, eso nunca fue cierto, era una frase usual que la utilizaba desde tiempos pasados y nunca con el afán de ofender.

Como olvidar al gran Playboy mexicano al lado de Sócrates (interpretado por Luis Manuel Pelayo) su fiel sirviente que un mas de una ocasión lo saco de algún predicamento y se presumía que conocía de memoria todos los números telefónicos de sus conquistas. Tarde que temprano todos aspiramos a ser un poco de él, con un coctel en la mano, peinado y afeitado de barbería, vestido impecable de traje ya fuera con corbata o gasné, sentado al lado de una bella mujer ya fuera en el hipódromo de las Américas o en el Club de Yates de Acapulco.

Nos enseño que “El matrimonio es como el demonio” o que para vivir había que hacer “Click, fotógrafo de modelos” o hasta ser “El Criado Malcriado”, pero siempre tener nuestro “Departamento de soltero” para poder hacer de nuestras fechorías, y hasta ser “Modisto de señoras” para salirse con la suya. Nos enseño un lado muy amable del amor, donde lo que importaba era el amor en sí mismo.

Y no nada más aprendí eso, entendí que “Soy un hombre ni demasiado joven, ni demasiado viejo, ni demasiado guapo, ni demasiado feo, con mucho pasado, pero con mucho más porvenir.” Bueno está bien “yo no soy presumido, pero que sirve mi humilde opinión frente a la de los espejos”. 

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