Según cuenta
la historia de nuestro país, los primeros impuestos aparecen en algunos códices
aztecas. Según esto el Rey de Azcapotzcalco le pidió tributo a su pueblo a
cambio de beneficios en su comunidad; cómo podemos ver ha cosas que no cambian
con el tiempo, suena igualito a cualquier historia de hoy. Había varios tipos de tributos que de
daban según la ocasión y según los tiempos, por ejemplo había los de guerra,
que eran necesarios para el financiamiento de las luchas contra otros pueblos;
los religiosos, que se aplicaban en ocasiones de festejos importantes, haga
usted de cuenta que eran los festejos del bicentenario. Para recaudar los
impuestos, el gobierno prehispánico contaba con los llamados “calpixquis”,
quienes para ser bien identificados portaban una vara en mano y un abanico en
la otra. Lo del abanico era para eso de los calores y la vara, pues se los dejo
a la imaginación.
Durante la conquista,
Hernán Cortés, se dio cuenta del descontento de los pueblos prehispánicos por
tener que pagar impuestos, así que como cualquier político pidió la ayuda para
acceder al poder prometiéndoles una
mejor calidad de vida y la supresión de los impuestos; no hace mucho acabo de
escuchar a un ex-candidato presidencial decir lo mismo. Cortés mando a
encarcelar a los calpixquis como seña de que cumplía con sus compromisos, pero
resulto pero al final, antes los impuestos se pagaban con flores y frutos,
ahora con la llegada de Hernán los pagos se hacían en joyas y piedras
preciosas. Y asi los abusos continuaron por parte de los conquistadores,
despojando de tierras a los indígenas y haciéndolos pagar por tener vida.
Durante la
independencia, no solo la Virgen de Guadalupe, sino también la promesa de la eliminación
de impuestos ayudaron a los insurgentes a ganar adeptos. Así que como no la habían
hecho antes, no la volvieron hacer, nos creímos la idea de que sin impuestos el
gobierno podía subsistir.
Y como si
hubiera sido poco llegaron los tiempos de Antonio López se Santa Anna y sus
impuestos excesivos. Este tipo tenía muy prodiga imaginación y mayor su ambición.
Cobraba un real por cada puerta y cuatro centavos por cada ventana de las casas.
También cobraba dos pesos por cada caballo robusto y un peso por cada caballo flaco
al mes, y si tenían perros gordos o flacos, cobraba un peso al mes.
Con Porfirio Díaz,
duplico el impuesto del timbre, gravo las medicinas y cien artículos mas, y por
si acaso, por aquello de la desconfianza cobro impuestos por adelantado.
Los primeros
años de la revolución, al igual que lo de la independencia, se dejaron de pagar
impuestos, hasta la llegada en 1913 de Victoriano Huerta quien impuso nuevos
pagos; gravo fuertemente a los licores, vinos, cervezas, alcohol en general,
tabaco y petróleo.
Paso el tiempo
y los impuestos iban a venían, aumentaban, los modificaban y así hasta que en
1962 con motivo de las Olimpiadas Mexicanas (1968) surgió el impuesto extraordinario
a la Tenencia Vehicular. Este impuesto se empezó a cobrar seis años antes, para
eso de tener el dinero suficiente. Ahora lo curioso es México ni siquiera tenia
la sede de la olimpiada ya que su candidatura la postulo 11 meses después de
aplicar el impuesto. La olimpiada se
realizo que es lo bueno, lo malo que 50 años después se quito la tenencia
federal, pero quedo un impuesto similar en mucho de los Estados de la
Republica.
Ya fue mucho
para historia de terror por un día. Disfruten su fin de semana.
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