domingo, 8 de julio de 2012

De las bebidas espirituosas o del alma loca


Las bebidas espirituosas son bebidas alcohólica obtenidas por la destilación de materias primas agrícolas, su contenido alcohólico proviene de la destilación de cereales, frutas, frutos secos y otras materias primas. Según la legislación de la Comunidad Europea, que es una de las que más se preocupan por este tipo de bebidas, las bebidas espirituosas con destinadas al consumo humano con un grado de alcohol mínimo del 15% y una características organolépticas definidas.

Se obtienen por medio de la destilación, con aromas o no, de productos naturales fermentados o previamente macerados en sustancias vegetales, con la posibilidad de ser adicionados con aromas, azucares, otros edulcorantes u otros productos naturales.

La destilación, método con que se elaboran etas bebidas, es el proceso por el cual se obtiene el “espíritu” de los granos o de los frutos; método bien conocido desde el antiguo Egipto, donde aparece la primera referencia sobre la destilación, obra del médico árabe Abul Kasim. Además mediante la destilación, no sólo concentramos el alcohol, sino que eliminamos impurezas de muy distintos tipos que podrían producir sabores desagradables.

Tenemos entre las bebidas espirituosas: la ginebra, al vodka, el anís, el brandy, aguardiente de vino, el ron, el whisky, licores, el orujo, entre otras. Todas con diferentes aromas, sabores, colores, texturas, pero todos con el alma de la naturaleza que nos regala sus amores en forma líquida.

El consumo inicial de estas bebidas, nos transforma, se nos relaja el cuerpo y nos invade la alegría. Es la posesión del alcohol sobre el cuerpo y nuestra voluntad.

La primera fase es de euforia y excitación, que es la más recomendable, donde el espíritu del regocijo nos hace presa de sus encantos; la desinhibición  y la conducta compulsiva nos acompañan, en fin la pura cosa bonita.

Pero el espíritu de las bebidas es muy celoso y nos brinda sus amores con moderación, ya que el abuso de ellos nos trastorna; yendo desde una fase hipnótica o de confusión, donde la irritabilidad, la agitación, la somnolencia, nauseas y vomito se pueden hacer presentes, y si seguimos forzando podemos llegar a un etapa anestésica o de estupor y coma, con una disminución marcada de la conciencia y del tono muscular, acompañada de la incontinencia de esfínteres y dificultad para respirar. Y como toda posesión, si las cosas se llevan al límite, aquel espíritu juguetón se convierte en un demonio que inhibe el centro respiratorio provocando un paro cardio-respiratorio y la muerte posterior.  

La naturaleza nos da su alma es muy diversas formas para ser disfrutada, pero también nos quita la nuestra si abusamos de ella. 

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