domingo, 22 de enero de 2012

De la rutina o de la certeza


A muchas a solo hecho de hablar o de siquiera comentar sobre rutina de vidas, nos da escalofrío, espasmo y uno que otra sacudida. Pensamos que las rutinas de vida son malas que no van con nosotros. Nos resistimos a caer en la monotonía de un ciclo que parece interminable y que como todo buen ciclo, sólo sabe dar vueltas y vueltas para llegar exactamente al punto de partida; si podemos establecer cuál fue el punto de partido porque en un círculo cualquier punto es un punto de partida.

Pero ¿qué tan complicado es esto de las rutinas si solamente tenemos 7 días la semana y 24 horas en un día? De hecho no es tan complicado entrar en una automatización. Tenemos lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Un día para salir, otro para ir con la familia, otro para ir de compras, otro para fornicar, otro para descansar, y así sucesivamente. En el peor de los casos 5 o 6 días de labor. Todo hecho semana tras semana, que son cuatro semanas al mes y doce meses al año.

¿Y un día común? Tenemos un tiempo para comer, para dormir, para ir al baño (incluye todo lo que uno hace en el baño), para trabajar, para descansar, para hacer las labores domesticas (lavar ropa, lavar baños, tender camas, hacer la comida, todas esas cosas que no se notan pero que son indispensables en el buen funcionamiento del hogar) para convivir en familiar; y sabes muy bien a qué hora es todo y en qué momento va a suceder todo. Aparentemente escalofriante. Y esto puede suceder por un número de años no determinado o hasta que las fuerzas no nos alcancen más.

Pero dentro de esta no transformación de la materia, hay una cantidad de cambios impresionantes; sólo falta hacer memoria para darnos cuentas que aunque aparentemente no pasa nada, hay cambios sustanciales en el estilo y forma de vida, a veces para mejorar o a veces para empeorar, pero cambios al fin. No somos los mismos que hace 5 años y mucho menos hace 10; no pongo el ejemplo de 1 año porque no siempre nos damos cuenta de todo lo que se modifica en el entorno.

Es aquella certeza de saber lo que va a pasar lo que nos ayuda a planear, se necesita de esa aburrida rutina para sentir que estamos en una zona de confort donde podemos solucionar todo y donde nos permite, y ¿por qué no?, hasta no pensar mucho en lo que está pasando y dejarnos por un momento como autómatas. Dejar que la vida fluya sin complicaciones.

Un ejemplo tonto son las canciones que vuelven a ponerse de modo o los famosos “covers”, por la sencilla razón que ya los conocemos, ya sabemos la música, la letra, incluso sabes de antemano si nos gusta o no, o de verdad nos disgusta la canción. La rutina no es tan mala, además no se peleen con la vida y anden todo el tiempo en contra de todo y todos y tratando de ser el rebelde sin causa, porque hasta eso se convierte en rutina.

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