miércoles, 14 de marzo de 2012

De los plurinominales o de lo realmente innecesario


Son llamados diputados plurinominales a aquellos que son elegidos de forma plurinominal, es decir, legisladores que no son elegidos por el voto directo de los ciudadanos, sino de acuerdo a su orden de inscripción o voto interno por su partido en las listas de candidatos plurinominales.
La cámara de diputados está compuesta por 300 diputados de elección popular y 200 plurinominales. Cada partido entrega una lista de los candidatos. De ésta forma pueden llegar a la cámara sin que se vote por ellos de manera arbitraria.
El siguiente escrito no es mío, es del conductor y reporte Pedro Ferriz de Con quién refleja el pensar de muchos de nosotros, en esta ocasión no encontré mejores palabras.
“Hemos visto muchos espectáculos políticos en los últimos tiempos. Desde máscaras de cochino en Informes Presidenciales. Entradas triunfales a caballo en el vestíbulo de San Lázaro. Cadenas en las puertas del Salón de Plenos para impedir la entrada de un Presidente entrante. O diputados destrozando curules para hacer estruendo con desechos de madera. Las formas de la democracia se han ido desfigurando paulatinamente hasta expresar un agudo deterioro, tal vez espejo de lo que vive el país. De forma paralela ha ido creciendo la indignación del ciudadano. Forma que más que expresa, es sentimiento que se hincha como espectro. La vulgaridad, resistencia al cambio. El nudo de intereses. Fanatismo definido en intransigencia. La falta de respeto a comparecientes. El estoicismo de éstos hecho silencio. La ignorancia indolente de la mayoría de nuestros diputados. Y sobre todas las cosas, la inexplicable actitud de negarle a México un camino corto y conveniente que lo lleve al desarrollo. Nos lleva a la necesidad, no de pedir… sino exigir una serie de medidas que corrijan el evidente empobrecimiento de uno de los Poderes de la Unión.

La primera de las acciones que habremos de tomar será quitar diputados. Hay doscientos que estorban. Llegan por asalto al poder y fuero. Los plurinominales no tienen razón de ser. El liderazgo de las bancadas es marcado por ellos. El puente de la línea partidista. Son punta de la lanza que hiere o mata ideas, propuestas, salidas.



A los mexicanos no nos falta talento para entender el curso de la recuperación a nuestras calamidades. Claramente sabemos qué caminos tomar para ver la luz de buenos resultados. Insisto, la gente ya no quiere más de esta inoperancia. Transcribo un pequeño fragmento de un correo enviado por una radioescucha, que representa el desánimo general.





“Desde hace más de 18 años has sido mi compañero matutino. Siempre informando con prontitud y puntos de vista sensatos. Muchas veces de acuerdo contigo, otras tantas no. Ha sido una relación enriquecedora. Pero me temo que estoy a punto de terminar con ella. Estoy tentada a dejar de escucharte y no por ti, sino por salud mental. Cada vez que escucho las (¡no sé como expresarlo sin maldecir!) ATROCIDADES que se llevan acabo en nuestro H. Congreso de la Unión, se me retuerce hasta el apéndice. ¡No puedo más con esos trogloditas! Lo peor de todo es que ya sabemos que lo de la H en Congreso no es por HONORABLE. Es por HUEV...S.” y así sigue en esa tónica. Firma Gaby Chaffardet de Cruz, de Monterrey, N.L.

Siempre he sido un promotor de la idea de que si queremos cambios de fondo para nuestra democracia, debemos acudir a ellos bajo la mirada de quienes la formamos. A veces creo que los ciudadanos pensamos que la democracia está en la clase política y por ende no nos toca. ¿Quién conoce al diputado de su circunscripción? ¿Quién lo llama a cuentas? No hay nuestro reclamo. Ni de ellos, la toma de nota que insinúe alguna responsabilidad. Deciden el curso del futuro. Echan la pelota al adversario. Reclaman la alabanza ante “heroicas” posturas que resultan mentirosas.

Me uno al llamado de Gaby. De muchas Gabys. De infinidad de mexicanos hartos de tanta ineficiencia. De quinientas piedras en el camino, propongo quitar doscientas. Exijo quitar doscientas. ¡Ah! y sesenta y cuatro senadores. Y lo quiero ya.

He sido un promotor de la idea de que si queremos cambios de fondo para la democracia, debemos acudir a ellos bajo la mirada de quienes la formamos.”

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