Adán y Eva
comieron el fruto del Árbol del Bien y del Mal
Y
es que el Señor se los había prohibido. ¿Qué otra cosa podían hacer ellos
más que comerlo?
El
Señor, irritado, los expulsó del Paraíso.
Tan
pronto salieron del Edén el hombre descubrió que era hombre, y la mujer
descubrió que era mujer.
Se
amaron, por lo tanto.
Pasados
unos días el Espíritu le preguntó al Señor:
-¿Extrañan
Adán y Eva el Paraíso?
-No
–respondió el Señor algo molesto-. Ellos ya se inventaron su propio paraíso.
La
forma de ver la vida es la forma de cómo la vivimos. Sin la compañía del ser amado cualquier paraíso
seria un infierno.
En alguna
otra ocasión un alemán, un francés, un inglés y
un mexicano comentan sobre un cuadro de Adán y Eva en el paraíso. El alemán
dice:
"Miren que perfección de cuerpos, ella
esbelta y espigada, él con ese cuerpo atlético, los músculos perfilados...
deben de ser alemanes."
Inmediatamente el francés reaccionó:
"No lo creo, es claro que el erotismo que se
desprende de ambas figuras, ella tan femenina, él tan masculino, saben que
pronto llegará la tentación, deben de ser franceses."
Moviendo negativamente la cabeza el inglés
comenta:
"Para nada, noten la serenidad de sus
rostros, la delicadeza de la pose, la sobriedad del gesto, solo pueden ser
ingleses."
Después de unos segundos más de contemplación el
mexicano exclama:
"¡No estoy de acuerdo! Miren bien, no tienen
ropa, no tienen zapatos, no tienen casa, sólo tienen una triste manzana para
comer, no protestan y todavía piensan que están en el paraíso. ¡Esos dos sólo
pueden ser mexicanos!"
Triste
realidad del mexicano, hagámonos un favor, razonen su voto.
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