lunes, 5 de diciembre de 2011

Del té o nunca existió el de manzanilla

En el imaginario popular mexicano, o creo que también latinoamericano, tomamos té de cualquier hierba habida y por haber. Tomamos té de manzanilla, de azahares, de menta, de gordolobo, de zacate de limón, de poleo, de tila, de melisa, de hinojo, de tomillo, de boldo, de salvia, de romero, de valeriana, de hierbabuena, de lavanda, de pasiflora, de frutos secos, de anís, de un sinfín de cosas pero nunca tomamos té de hojas de té.

Lo que muchas veces tomamos es una infusión, que es una bebida que se obtiene de diversos frutos o hierbas aromáticas, como té, café, manzanilla, etc., introduciéndolos en agua hirviendo. Ahora un té es una infusión de hojas de té, pero una infusión no necesariamente es un té.

El té es un arbusto del extremo oriente de la familia de las Teáceas, que crece hasta cuatro metros de altura, con hojas perennes, alternas, elípticas, puntiagudas, dentadas y coriáceas, de seis a ocho centímetros de largo y tres de ancho. Tiene flores blancas, axilares y con pedúnculo, y fruto capsular, globoso, con tres semillas negruzcas.

El té en sus múltiples presentaciones es la segunda bebida más popular del mundo después del agua. La costumbre servir hojas de la planta del té (Camellia Sinensis) para conferir un buen sabor al agua hervida se utilizó por primera vez en China hacia el año 250 a.C. y desde ese momento, se ha expandido a casi todas las regiones del mundo con una gran aceptación de los consumidores.

Según la leyenda China, el descubrimiento del té, como muchos toros, fue por casualidad. Este hecho se le atribuye al emperador chino Shen Nung, quien durante su mandato y preocupado por cuestiones de salud pública, mando como obligatorio hervir el agua destinada para el consumo humano. Un buen día una brisa de verano agito las ramas de un árbol silvestre de té, desprendiendo varias hojas. De suerte que las hojas cayeron en el agua que se estaba hirviendo. La infusión llamo la atención del monarca por su aroma agradable y despertó su curiosidad por probar tal cosa. De ahí en adelante se toma el té. Por lo menos eso me dijeron.
Hay varios tipos de té según el proceso de secado de las hojas y el grado de oxidación y todas las variedades son de la misma planta.

Tenemos té blanco, de hojas jóvenes que no se han oxidado. Té verde, hojas sin oxidación, son hojas que se han  secado y fragmentado rápidamente después de haber sido cosechadas; algunos tipos de té verde son el Gun poder, Sencha y Gyokuro, que es un té japonés también conocido como té rocío de perla. Luego tenemos el té de invierno o Kukicha, hecho de hojas viejas tostadas al fuego. El Oolong o Pequeño Dragón Negro, también llamado té azul, con un grado de oxidación media. Té negro, de oxidación fuerte, las hojas se fermentan al sol siendo antes secadas, tenemos entre los tés negros las variedades Ceilán, Assam y Darjeeling. Uno de mis preferidos el Pu-erh o té rojo, este es considerado como producto medicinal, no tengo idea que cure, pero su sabor es agradable.

Hay otro tipo llamado Chong Cha que significa “té gusano”, pero no está hecho de insectos, ni de hojas, sino de las semillas del té.

La próxima vez que vayan a un café y pidan una infusión, ya saben que pueden pedir un té, no importando el color. 

1 comentario:

  1. De mis favoritos estan el Chai, me encanta el Chai y frappe ni se diga, jeje, frutas exoticas, y los medicinales, como el rinosan, damiana de californio, etc...
    Extranio las idas al Buzz Cafe, cuando vayas tomate uno a mi salud; saludos

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