La mayoría de
la gente, o por lo menos la que yo conozco, relaciona la Navidad con regalos,
dulces, buenas intenciones, momentos de paz y armonía. Pero todo tiene su lado
obscuro y el obeso viejo del traje rojo que lleva un saco al hombro, no es la
excepción. En ciertas culturas de Europa central, Santa Claus a los niños que
se han portado mal les trae un pedazo de carbón, pero según el folclore alpino
a los niños malos se los lleva en un saco un demonio muy malo llamado Krampus.
En todos los
países y culturas hay algún tipo de leyenda o personaje que asusta a los niños
y que es utilizado por las madres, más frecuentemente, para infringir miedo en
sus hijos como medio correctivo; “el hombre o el viejo del saco”, “el coco”,
“el ropavejero”. Este demonio Krampus cumple este función de aterrorizar a los
niños mal portados, el duende anti-navideño, el antagónico de Papa Noel.
Krampus
proviene del antiguo alemán “krampen”, que significa garra, también es conocido
como Knecht Ruprecht, Klaubauf, Pelzebock o Shumutzli, perdonen si no los
escribí bien mi alemán está un poco oxidado.
Este demonio o
duende según algunos, es sirviente de Santa, y es el encargado de castigar a
los niños malcriados, en las vísperas de Navidad, si los niños no se portan
bien, se los lleva al infierno en su cesta o saco. Ahora ¿qué les hace el
Krampus a los niños en el infierno? No tengo idea.
Al contrario
de Papá Noel que viven muy confrontable en el Polo Norte, este demonio vive
bajo tierra y aparece en la tarde del 5 o 6 de diciembre, merodeando las calles
durante dos semanas haciendo sonar campanas y cadenas oxidadas que usa para
advertir de su presencia y causar terror en el alma de los niños. De apariencia
diabólica parecida al íncubo, de lengua larga roja, cuernos en al frente y mirada
de enfermo mental pervertido maniático sexual. Con patas de fauno y pelambre
oscuro y tupido. Con un costal o cesto en su espalda donde se lleva a los niños
malos al niños malos.
En otras
culturas el Krampus también es representando por un viejo con barba cerrada
larga y cabello canoso, su aspecto es el de un ermitaño, con el cabello
desaliñado, que mira y acecha a los niños, escogiendo a sus víctimas y se mete
a las casas para meterlos en su costal y llevárselos al inframundo. En muchos
hogares le dejaban sobre mesa al Krampus comida y golosinas para que no se
llevara a nadie. Piensen un por un momento y la descripción anterior se parece
mucho a San Nicolás.
“Pórtate bien,
no debes llorar, ya sabes porque, Santa Claus llegó a la cuidad”
“Él todo lo apunta,
él todo lo ve, te sigue tus pasos, estés donde estés, Santa Claus llego a la
cuidad”.
“Te observa
cuando duermes, te mira al despertar, no intentes ocultarte de él, pues siempre
te verá”.
Mas
terrorífico no se puede. Este gordito no salió tan bueno como pensábamos, todos
tenemos un lado obscuro. Así que sean malos y felices fiestas.
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