miércoles, 28 de diciembre de 2011

Del crecer o del tiempo pasa


Ya me estoy volviendo viejo, las cosas que han cambiando y  yo como fósil de museo de antropología de en su aparador, veo la vida que pasa y no puedo poner fin, ni siquiera puedo poner pausa al andar del tiempo. No es de “paren el mundo que me quiero bajar”, no existe tal cosa, odre hacer en paréntesis, voltear a mi alrededor y ver que algo está pasando. Pero jamás podre detener el tiempo, ni con las cremas mágicas para el rostro que venden en los infomerciales de la televisión de noche.

Pero esta ocasión no me voy a referir a mi o a mis vivencias, aunque mi pensamiento sea el punto de partida, hoy voy hacer un espacio para derrumbar mi ego y ver por la gente pequeña, o niños, o peques, infantes, lepes, escuincles, chamacos, mocosos, chiquillos, como les quieran decir, el hecho no va a cambiar.

¿Cómo preparar a un niño para enfrentar problemas que no existen y darle una solución que todavía no se han inventado? No tengo ni la más mínima ni remota idea de cómo lograr tal tarea. El mundo cambia demasiado rápido, de un teléfono fijo, pase por teléfonos inalámbricos, a telefónica celular hasta llegar a los teléfonos inteligentes en un tiempo record. Vi como del disco de acetato se murió, pasando por el 8-track, los casetes, el laser disc, el mini disc, el disco compacto, hasta los nuevos aparatos que pueden almacenar días enteros de música en un espacio reducido.

Nunca nos preparamos para tales cambios, de los juego de video con monitos de caras cuadras a convertirse la persona en el control del video juego, ya sin cables, solo con el movimiento mismo. La tecnología creció, pero al mismo ritmo crecieron los problemas junto con la tecnificación de la sociedad.

¿Qué hoy hacer el día que se me pare de frente un hijo, que aun no tengo, o uno de mis sobrinos, que si los tengo y me pidan un consejo? Supongo que tendré que apelar a mi buen juicio, pero mi buen juicio no es tan bueno, ya me ha fallado en el pasado con resultados catastróficos. No soy muy bueno para dar consejos, de hecho tampoco fui muy bueno para seguirlos.

Mandamos a nuestras criaturas a un mundo lleno de peligros, que nunca imaginamos de niños, ni tampoco nuestros padres nos pudieron preparar para enfrentar situaciones que ellos tampoco tenían idea que podían pasar. Los mandamos al mundo real con las mismas armas que nos dieron: principios, valores, más o menos fuertes, pero siempre con la confianza de haber hecho el mejor trabajo posible.

Es inevitable, van a crecer, y se van a caer y tendrán que levantarse solos o con ayuda, pero al final ellos van a tener que levantar la cara para mirar el sol. Va ser inevitable que alguien no les parta el corazón en mil pedazos y que les prometan un mundo mejor y nunca les cumpla. Va ser inevitable que pasen por todo lo que nosotros pasamos y algo más.

No puedo poner a nadie en una caja de cristal aislado del mundo real para que ni un rayo de luz los toque y pueda dañar su piel. Más seria el martirio que el beneficio. Lo único que tengo por certeza, es que estaré ahí como un espectador mudo, siempre al pendiente de la obra, para reír, para llorar, para gritar o para aplaudir al término de cada acto, tal vez alguna veces será director de escena, otras tras bambalinas, pero nunca guionista, seré todo para lo que me requieran, hasta que por fin baje el telón de mi teatro.

1 comentario:

  1. Que linda publicación mi vida!!! Yo quiero seguir actuando y siendo espectadora en esta obra tan maravillosa que es la vida!! Te amo!!!

    ResponderEliminar