viernes, 3 de agosto de 2012

De no dormir o de pensar en el futuro


Otra vez es de noche no puedo dormir; pero  veo que no soy el único. Antes que cualquier cosa tomo mis anteojos, no puedo ver sin ellos. Me siento en la cama y me pongo a escuchar. No prendo la luz, temo que si veo algo mas que obscuridad se me espante el sueño. Tampoco creo que haya hecho una gran labor, si no ¿Qué hago escribiendo en la penumbra?

Me vence mi organismo y tengo que hacer lo que tengo que hacer. Pie uno, pie dos, paso uno, paso dos. Voy y vengo, pero no me dirijo a dormir. Sigo frente al monitor tratando de descifrar que son los ruidos que me mantienen despierto. El perro, la ambulancia, ruido de automotores,  nada que no haya escuchado antes, nada que realmente me llame la atención.

No es tan temprano, o más bien si es temprano, más bien ya es  de madrugada. Se escuchan las voces de  algunos transeúntes que caminan apurados. ¿O van  a su trabajo o vienen de terminar la fiesta y perdieron su vehículo y mejor optaron por caminar a casa?  Se oyen otras cosas, no puede decir si lejos o cerca, la noche tiene su encanto y los ruidos viajan con singular alegría.

De  la  nada y así es siempre, me invaden una  serie de pensamientos, que si bien no son nuevos, no son horas de andar pensando. Volteo y veo una parte de mis pensamientos materializados en papel. El recibo de la cuenta telefónica, ya casi me vence el recibo de la luz, el agua, no tarda en acabarse el gas, y una que otra factura más que reposa apacible sobre la mesa.

Últimamente es lo que me indica que los meses van y vienen. La vida transcurre de pago en pago. Luego vuelvo a pensar, ya no tardo en pagar la mensualidad del gimnasio, ya es hora de resurtir prácticamente todo lo que necesito para tener una vida decorosa o por lo menos funcional.

Nunca he sido muy bueno  para los números, pero a mi cuenta mensual tengo muchas restas y muy pocas sumas. No puedo ya quitar gastos, no me sobra nada, pero tampoco me falta.

Es hora de pensar en los grandes negocios que me van a resolver la  vida, una opción, otra opción, ya compre y vendí todo lo que se me pudo imaginar en una fracción de tiempo. Hay un sinfín de opciones, oportunidades, los grandes negocios, recuerdo todo lo que aprendí en mis clases de  administración y todo cuento recuerdo de esos talleres donde supuestamente a uno lo enseñan a ser el “gran ganador”.

Al final siempre funciona, me da sueño, vuelve la pesadez a mi cuerpo y puedo volver a dormir un rato más. 

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