Del cumpleaños o de estar juntos

Invariablemente mientras que estemos vivos vamos a cumplir años. Es algo natural y muy bueno, hasta que llega cierta edad donde los años dejan de ser motivo de halago y se convierten en motivo de preocupación, a menos que tengamos como 100 años y en ese momento cualquiera le gustaría presumir su estancia en esta tierra.

Ya han pasado cuatro décadas y salvo una o dos excepciones siempre he estado con alguien quien quiero estar en mi cumpleaños y trato de hacerme presente en los aniversarios de la gente que me importa. A veces una llamada, otras una visita o hasta señales de humo, lo importante es hacerse presente de una forma u otra.

De vez en cuando llega alguien especial a la vida de uno, alguien que resulta ser indescriptible. Hoy es el tercer cumpleaños que voy a estar cerca de Flavia y es imposible no hacer una remembranza de historias, anécdotas, sentimientos, en fin, de lo que parecer una vida juntos. Una vida llena de muchos sentimientos, de mucha alegría, de llantos, de angustias, de cosas buenas, cosas no tan malas, pero al final nada que juntos no pudiéramos superar y otras tantas cosas más que nos esperan.

Y que sirva este momento para hacer un pequeño homenaje a la mujer que me ha tomado la mano estos años y jamás nos soltamos. Que por algún motivo, y no hay mas motivo que el inmenso amor, respeto y admiración mutua, sigue a mi lado.

He estado pensando mucho en que decirte y que como decírtelo; y muchos creerán que porque escribo el don de la verbigracia es algo natural y termino en la vanilocuencia, y que porque doy clases en una Universidad frente a jóvenes tengo algo siempre que decir, pues no, esta vez no sé qué decir.

Y después de mucho pensar y pensar solamente me resta decir: ¡Muchas felicidades Mamacita! Feliz cumpleaños. Gracias por permitirme ser parte de tu historia y dejarme ver todos los días tus lindos ojos verdes.