El otro día
que fui al Seguro Social para recoger unos estudios que me ordeno el doctor, en
la sala de espera, la cual es algo amplia, habíamos unos 40 personas de las
cuales 30 era mujeres, y el resto niños y uno que otro hombre. De estas 30
feminas que estaban haciendo antesala o aguardando la salida de algún familiar,
todas eran lo que le llaman en términos no médicos “IBM” (Inmensa Bola de
Manteca).
Es impresionante
la cantidad de obesas que desfilaban por el corredor, esto no significa que no existan
hombres, solamente que vi con mucha tristeza la cantidad de mujeres que con tal
cantidad de peso. Ahora no estoy hablando de la “gordita simpática”, me refiero
a que la más delgada ha de tener algunos 15 kilogramos de más en el cuerpo.
No tengo idea de
cómo sea el mecanismo, pero en alguna parte del hipotálamo en el cerebro, debe
o existe algún mecanismo que nos reaccione a las grasas y nos convierta en
adictos a ellas.
“Lo frito es
muy sabroso”, es una frase que por muchos años lo he escuchado y saben algo,
estoy muy de acuerdo. El pollo frito es muy rico, igual que muchas los
antojitos mexicanos que están rebozando en grasa y mejor aun si es manteca de
puerco, le da un mejor sabor, las papas fritas es indiscutible compañero de una
buena hamburguesa, los chicharrones con salsa en una tortilla caliente es
delicioso.
Como funcione
el cuerpo tal vez no sea un tema pertinente o que muchos nos importe o siquiera
que nos interese escuchar términos médicos que al final no nos son familiares y
por lo mismo no les entendemos y no los vamos a comprender.
Lo cierto es
que somos adictos a los alimentos grasos, y de muchas formas es una adicción tan
peligrosa como cualquier otra. Ahora viene el cuestionamiento ¿las grasas son
tan peligrosas como el alcohol, la heroína, la cocaína o cualquier otra droga? Pues
sí, la verdad es que si. Todas las drogas o adicciones van a tener un efecto
negativo sobre cuerpo. ¿Qué tan rápido se quiere morir uno? O ¿Qué tan agonizante
quieren que sea el padecimiento? Eso va a depender de cada quien y sus vicios.
La obesidad
tiene la gracia de matar lentamente a su víctima. Empieza por aumentar un kilo
luego otro y otro y así sucesivamente, de manera lenta, pausa, sin ruido, sin percepción
alguna. Poco a poco va invadiendo el cuerpo. De repente empieza haber problemas
de hipertensión, algo de insuficiencia cardiaca, endurecimiento de las venas,
insuficiencia respiratoria, algún accidente vascular cerebral.
Lo anterior
aparte de la falta de movilidad, cansancio extremo e incapacidad para realizar
tareas sencillas como agacharse a recoger algo del suelo, ponerse los zapatos,
vestirse, etc.
La adicción a
las grasas no es diferente a la demás adicciones, y debe de ser tratada de
igual manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario