Todos en algún
momento de nuestras vidas hemos sido o vamos a ser presa de la burocracia. No hay
forma en este mundo que, ya sea directa o indirectamente, podamos esquivar los trámites
que son impuestos por el Estado. Aunque mucho de esta tramitología es
incomprensible para el ciudadano común, forma parte de la esencia misma de todo
tipo de Gobierno.
Una
ventanilla, un papel, un sello, no importa que sea, siempre nos va a faltar, y
no hay forma de brincar estas diligencias, y uno siente por momentos que pierde
su voluntad y almas se le sale del cuerpo. El término viene del francés "bureaucratie", y este de bureau,
oficina, escritorio, y -cratie, -cracia: gobierno. Como quien dice gobierno de
escritorio, y eso explica porque la mayoría de los dependientes gubernamentales
hacen todo en se área de trabajo, ahí comen, ahí fuman, platican, chatean, hacen
compras, etc.
En un sentido original, que se traslada al uso común, burocracia se asocia a
ineficiencia, pereza y derroche de medios. Generalmente se percibe, en la
imaginación popular, como un ente que existe únicamente para sí mismo y que
sólo logra resultados que acaban ampliando las dimensiones de la burocracia.
Así, comúnmente se usa de manera peyorativa (nota: no encontré otra palabra,
pero pensé en muchas).
Pasar por las manos de la burocracia es como haber
muerto y estar en el purgatorio. El Purgatorio, en la teología católica y la copta , es un estado transitorio de purificación y expiación
donde, después de la muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal pero
que han cometido pecados leves no perdonados o graves ya perdonados en vida
pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse
de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatifica de Dios.
Debido a que todo
aquel que entra en el Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde
o temprano (esta última frase no sé si aplique muy bien pero por lo menos es lo
que se espera), el purgatorio no es una forma de infierno.
Las plegarias a Dios por los muertos vivientes que penan y vagan por las
oficinas grises y sucias, la celebración de eucaristías y
las indulgencias pueden
acortar la estadía de una o varias almas que estén en dicho estado. Otra forma
de acortar podrían ser los bien conocidos cohechos o “mordidas” o “incentivos”.
El
tipo de penas que se padecen son equivalentes a las del infierno, en el sentido
que se siente la lejanía de Dios, pero no son eternas y purifican porque la
persona no está empedernida en una opción por el mal. Por eso el Purgatorio es
la purificación final de los elegidos, la última etapa de la santificación.
Así que después de
haber pasado por todas las penas de la burocracia, no estén tan contestos,
tarde que temprano vamos a necesitar algún sello, algún premiso, algún estúpido
papel que no nos dice realmente nada ni nos significa nada, pero lo necesitamos
por algún motivo administrativo. Solo la
muerte no puede liberar completamente, por no lo menos al muerto, los vivos van
a tener que hacer todos las trámites funerarios todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario