Hoy empieza la
semana mayor, así que hoy es día de no hacer nada. Y no hace muchos años estos
días de semana Santa no se hacía nada. Cuentan que la no escuchaba música y si
lo hacía era música sacra, no se bañaba, no trabajaba, no había actividad
alguna, no salía de su casa a menos que fuera a rezar o, como dice la tradición,
visitaba los siete templos o las siete casas.
El Jueves
Santo, con la misa de la Cena del Señor, se efectúa el lavatorio de los pies,
simbolizando la humildad, el espíritu de servicio y el amor que Jesús lega a
los hombres, en tanto que el altar representa la última cena, y lo más significativo
de este acto es que, mediante la fe, se realiza la transformación del pan y el
vino en el cuerpo y la sangre de Jesús, instituyéndose así la Eucaristía. Esto es
lo que me decía mi abuela que significaba, hoy es un día de asueto para
asolarse y emborracharse y hacer todo tipo de cosas pero menos rezar.
De acuerdo a
la Tradición, la visita a las siete casas o altares que se realiza desde el
Jueves Santo, nos recuerda los sitios que recorrió Jesús a partir de la última
vez que convivió con sus discípulos en el cenáculo.
Cada altar
correspondería a cada uno de los lugares que Jesús visitó a partir del cenáculo
al Calvario, dónde fue crucificado. En cada uno de los altares se debe meditar
el vía crucis. Los cordones de colores que se reparten en la visita a los
altares, simbolizan la cuerda con la que Jesús fue atado y el látigo con que
fue azotado.
Las siete casas son: 1.- Del Huerto de los Olivos a la Casa de Anás. 2.- De la
Casa de Anás a la Casa de Caifás. 3.- De Caifás a Pilato. 4.- De Pilato a Herodes.
5.- De Herodes a Pilato. 6.-De Pilato al Enlosado. Y 7.- Del Enlosado al
Gólgota.
Y como ya no tengo nada que decir pues hay les va algo de humor para
compartir:
“Hoy aprendí cómo se hacen los niños”. La señora tragó
saliva. “¿Cómo se hacen los niños, hijita?” -le preguntó llena de inquietud a la
pequeña. Contestó Rosilita: “Primero dibujas la cabeza; luego la panza, y
después pintas dos rayitas que son los brazos, y otras dos que son las
piernas”… La esposa de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, estaba al mismo
tiempo agradablemente sorprendida y apenada. En la mesa del banquete su marido
se inclinaba sobre ella a cada rato, le acariciaba los brazos, y le daba besos
en las manos y los hombros. “Por Dios, Capronio -le pidió en voz baja y con
sonrisa ruborosa-. No me acaricies así, ni me des tantos besos. La gente lo va
a notar”. “Pues que digan lo que quieran -respondió el vil sujeto-. Hago eso
porque no me pusieron servilleta”… “Mi
mujer es un espejismo” -le dijo don Frustracio a un amigo. “No entiendo -se
desconcertó el otro-. Un espejismo es algo que puedes ver, pero no tocar”.
Replica don Frustracio con rencorosa voz: “Precisamente”… Picio, el hombre más
feo, pobre y tonto del condado, acudió a una agencia matrimonial. Le dijo a la
encargada: “Quiero casarme con una mujer rica, guapa y de buenas familias”. La
muchacha le contestó: “Para que una mujer así se case con alguien como usted
tendría que ser una idiota”. Responde Picio: “La inteligencia no me importa”…
“Vamos a mi departamento -invitó Rosibel a Babalucas, sugestiva-. Acabo de
comprarme una cama de agua”. “Gracias -declinó la invitación el tonto roque-.
No tengo sed”…
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