Los juegos
tradicionales mexicanos, al igual que muchas tradiciones, parece que están
condenadas a la extinción. ¿Por qué? por muchos y muy variados motivos los
niños de hoy desconocen toda una serie de juegos y diversiones con las que solíamos
jugar los mayores, además de ser divertidas, muy entretenidas y despertaban la imaginación al igual que promovían
la actividad física, eran muy baratas ya que no se requería de mucho para poder
jugar más que unos cuantos insumos (cuerdas, papel, gises).
Hoy en día la
vida activa y las condiciones actuales no permiten que los niños puedan jugar
con tranquilidad en las calles de la cuidad, la vida de los infantes esta
suprimida a espacios cerrados y con constante vigilancia.
Todavía recuerdo
que cuando era niño, después de hacer la tarea de la escuela podía salir a la
calle a jugar con la sola condición de que llegar a tiempo a cenar, para después
alistar mis útiles escolares y darse un baño antes de dormir.
Recordando y
haciendo un esfuerzo neuronal, además de preguntar a contemporáneas, solamente
pudimos recordar los siguientes juegos, no recuerdo haber jugados todos, pero sí
recuerdo haberme divertido mucho. Y sin más preámbulo y en orden alfabética le comparto mis juegos de niño: Anillo, avión,
beli, bote pateado, botella, brinca la cuerda o reata, bríncate burro, burro
castigado, burro flete, coleadas, cebollitas, chicote, chinche al agua o
chinchilagua, cuadrito o cuadito, encantados, escondidas o escondidillas, la
roña o tú la traes, las comadres, listones, ollitas o jarritas de atole,
marinero que se fue a la mar, palmas, piedra-papel-tijera, piñata, pitacocha, policía
a buscar caco, policías y ladrones, quemados, rescate, resorte, robar pareja,
rueda de San Miguel, stop, teléfono descompuesto, tochito, yo lo tengo y
zapatero. Son de algunos juegos que recuerdo.
Pero si por
alguna razón había un empate, todo se decidía en un de tin marin de do pingüe,
con un volado y hasta con un zapatito blanco, pero siempre podías recurrir como
método de acabar una disputa con piedra-papel-tijera (este juego servía para
varias cosas).
Y no termina aquí
el asunto todo perdedor tenía que tener un castigo, justo o no, pero siempre
inofensivos. Entre los castigos más comunes era dar una prenda, o la cadenita,
siete cruces o semana inglesa.
No importa si
no recuerdan todo, lo importante es lo que no dieron esos juegos y la preservación
de estos no solo conservaría vivas muchas de nuestras tradiciones, sino que les
daríamos a nuestros hijos una visión muy diferente de lo que ellos entienden
como diversión.
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