Usualmente me
considero como una persona lo suficientemente amplia de criterio, abierta de
mente, pero no tanto como para que se me vea el cerebro, socialmente liberar,
pero sexual tradicional.
Trato de
seguir el ritmo de la vida y acoplarme lo mejor que puedo a los cambios, que
aunque no siempre lo logro a cabalidad, si lo intento, a veces triunfo, a veces
fracaso, pero siempre lo intento a medida de mis posibilidades.
Llevo un
estilo de vida tranquilo y aunque mi dieta es algo restringida, por cuestiones
de salud, llevo la misma filosofía de la tolerancia y de la experimentación al
plano de los alimentos. Siempre me considere de esta forma hasta este fin de
semana que se me ocurrió darme algo de licencia en cuanto a mis alimentos y
deje que mi gula decidiera por mí, que cosas me iba a meter por la cara.
Aclaro que
luego siento que soy un ocioso, y lo he de ser, para andar fijando que en lo
que hago o lo que hacen los demás y para andar escribiendo sobre temas
totalmente insulsos y hacerlos parecer interesantes.
Pero sigamos
con el relato. Me desperté con ganas de desayunar unas sincronizadas o
quesadillas, no tiene nada de extraño. A la hora de la comida, me jambe unos
cuantos pedazos o trozos de pizza. Y para la cena decidí que algo ligero estaba
por demás correcto y me cene un par de sándwiches. Nada raro hasta que note que había comido lo
mismo en el desayuno, en la comida y en la cena. Nota aclaratoria: también tome
leche, agua, fruta, jugo y verduras durante el día.
La quesadilla está
hecha de tortilla de harina (harina, manteca, agua, sal y levadura) con queso
tipo manchego y jamón de pavo; acompañado de una salsa a base de tomate y chile.
La pizza es masa (harina, aceite, sal,
agua y levadura) con queso tipo mozzarella, salsa de tomate y un pepperoni. Y de cena fue un sándwich que es pan de caja
(harina, manteca, sal, agua, levadura y azúcar) con pechuga de pavo (en fin
otro embutido), queso tipo asadero y tomate, calentado en una plancha.
Entonces pensé
para mis adentros, comí lo mismo nada más que en diferente presentación. Todo el día
como algo confeccionado a base de harina, queso de cualquier tipo, embutidos y
alguna versión de tomate. Luego mi hipótesis sobre el hombre cambiante ante las
situaciones y moldeable, cayó por la borda, por lo menos a lo que refiere mi
vida privada.
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