Otra vez el
mundo gira y gira y me marea el movimiento rotatorio que junto con la traslación
causa un efecto adverso en el oído medio, desbalanceando los líquidos y produciendo
un efecto vértigo en mis ojos. Vértigo, es lo que siento, mucho movimiento pero
nada de avance.
Rueda y rueda
y no parece parar, no comprendo lo que está pasando y ni lo que pueda pasar. Sé
que estoy en un devenir de constante flujo de energía cósmica, sordo, lento, imperceptible
en la mayoría de las ocasiones. Empoderamiento del sistema nervioso central que
inhibe lo que algo en mi pueda siquiera hacer lo ms mínimo para sobrevivir.
Sigo esperando
la razón por la cual todo pasa y uno se dice a si mismo que “todo tiene una razón
de ser”. Pues bien pasan los días y no encuentro esa razón mágica. Lo mas probable
es que no existe una razón para las cosas y que solo en el imaginario popular o
personal, en este caso, se implora por comprender lo que es incomprensible,
porque simple y sencillamente no hay razón alguna, y cuando no existe la razón no
hay motivo de razonamiento posterior que nos lleve al proceso de la mayéutica cual
viejo filosofo y que con un “Eureka”, todo se resuelva por medio de generación espontanea.
Esperanza, fe,
anhelo, expectativa, confianza, certidumbre, todo se vuelva vano al atestar
golpes al la voluntad que se pandea, de dobla y por momentos quiere ceder, para
partirse en dos y declarar la derrota, con miras a firmar un tratado de paz con
quien sea el victoriosa de la enfrenta dada por redición. Pactar con el destino
que ya no habrá combate alguno, las posteriores agresiones se habrán de
concertar con tiempo y forma.
¿Duele el
alma? No hay prueba ni protocolo medico que puede explorar tal cuestionamiento;
¿duele el alma? Si, si duele el alma, duele más allá de las ganas, se inserta en
la voluntad, punza en el espíritu, penetra en el donde me faltan palabras para referir
el órgano blando donde el butilescopolamina, también conocida como
butilbromuro escopolamina, butilbromuro hioscina o butilhioscina, no
puede encontrar la afección para dar un alivio prolongado al dolor.
Se me parte el alma, y simplemente no se qué
hacer más que sacarlo todo de mi sistema que no hacerme un daño innecesario. Y empezare
con el principio básico de vida, hoy tengo que volver a empezar a respirar.
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