Como siempre o
como usualmente, hay que empezar con un contexto para poder entrar en la misma
idea. El Día del Niño y de la Niña, antes de que brinquen las de equidad de género,
o el Día Universal del Niño, es un día
consagrado a la fraternidad y la comprensión entre los niños del mundo y
destinado a actividades para la promoción y de los derechos de los niños del
mundo.
Fue en 1954
cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó a los países miembros
que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño. Se celebra el
30 de abril, en conmemoración a la aprobación de la Declaratoria de los
Derechos del Niño en 1959 y de la Convención sobre los Derechos del Niño en
1989.
Entre los
Derechos del niño destacan los siguientes:
A la vida.
A la salud.
Al descanso, el esparcimiento, el juego, la
creatividad y las actividades recreativas.
A la libertad de expresión y a compartir sus puntos de
vista con otros.
A un nombre y una nacionalidad.
A una familia.
A la protección durante los conflictos armados.
A la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
A la protección contra el descuido o trato negligente.
A la protección contra el trabajo infantil y contra la
explotación económica en general.
A la educación, que será gratuita y obligatoria por lo
menos en las etapas elementales.
En ningún momento dice que tengas derecho a dulces y
pastel o a una celebración con payasos. NO se trata de una fiesta, sino de un
recordatorio de que en este momento hay niños que no tienen derecho a escoger
sobre su vida, porque existen leyes que “interrumpe el embarazo”, alguien decidió
por ellos antes de siquiera poder entender que es lo que pasa.
En este momento algún niño en alguna parte de mundo se
está muriendo por no tener un medicamento o por no tener que comer. O simplemente
no tiene agua ni drenaje que pueda hacer de su vida algo más higiénica. Se
trata de el Día de Niño de hacernos recordar que hay niños que están siendo víctimas
de algún idiota sin escrúpulos, que existen pequeñitos, que no necesariamente están
en las calles, que están siendo abusados física, sexual y laboralmente, y muchas veces por su padres o familiares y no
estamos haciendo nada por ellos.
Se trata de recordar que una moneda no va aliviar su
dolor. Que una pistola no es la solución a todos sus problemas. Que los
infantes son el producto de los que hagamos hoy con ellos, y que ese es el
mismo futuro que les espera.
No es sobre golosinas y juguetes, es sobre su
dignidad, su honra y de cómo los estamos protegiendo y al mismo tiempo dándoles
herramientas para que tal vez, y solo tal vez, puedan enmendar muchos de los
errores que cometimos con ellos.
Nuestro futuro depende de los niños de hoy.
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