En estos
tiempos violetos uno no tendría porque empeñar el alma; los últimos años no han
sido fáciles para nadie, o por lo menos para la gente que conozco que ronda mi círculo
de vida. La mayoría somos espectadores de las tragedias que pasan a nuestro
alrededor y por lo menos todavía nos queda la opción de dirigir algunos aspectos
de nuestra vida personal, familiar y algo de la laboral.
No es mi pretensión
darle consejo a nadie de cómo vivir su vida y como sentir, esto es un desahogo
o un grito de desesperanza. A veces creo que yo soy el único que ve miseria,
hambre y necesidad por doquier, pero sé con certeza que no soy el único;
mantenemos el ejercicio de no decir nada para no preocupar a lo demás o simple
y sencillamente no decimos nada por pensar que no tiene caso ni quejarse. El agachar
la cabeza y seguir con el camino que nos proponemos a diario es una estrategia
muy común en las calles.
Todo es negro
o blanco, y no es cierto, siendo muy optimista hay 256 escalas de gris; así que
contando el negro y el blanco podríamos decir que hay 258 formas diferentes de
ver un problemas; está bien exagere pero por lo menos es un pensamiento algo
alentador.
Igual que
muchos estamos preocupados por los tiempos electorales en el país. E igual que
muchos sabemos que no importa el resultado de las elecciones al final vamos a
terminar con un Gobierno que no es representativo de todos y cada uno de los
electores y que no importando sus políticas e ideario, vamos a terminar por
pagar impuestos y soportar el terrorismo infringido por las fuerzas del orden
en la calle.
Les estamos
dando vida y nos regresan un infierno.
Hoy al igual
que la mayoría, estamos hartos de vivir con miedo. Suena muy trágico y por demás
pesimista. Solamente estamos hartos y es temporal, a veces se requiere de un distracción
o de una buena noche de sueño para recargar baterías y levantar la cara y andar
realizando nuestro mejor esfuerzo para contribuir a la grandeza personal; y
todos esos esfuerzos diarios de gente honesta se han de traducir en un bien común
que le dará una grandeza aun mayor nuestra sociedad y a nuestro país. Con una sonrisa
es bastante para comenzar la chispa del buen humor.
Todo esto
surge de la sociedad civil no de los burócratas.
Tengo mucha
esperanza en un presente mejor, al igual que muchos. Me seguiré hartando y me seguiré
levantando. Lo que no sé es ¿Qué hare cuando me canse? No tengo ni idea del que
pasara.
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