Ayer fue miércoles
de ceniza y como todo buen católico fui a “tomar ceniza”; y no propiamente que
me la haya comido, sino que de esa forma le solía decir mi abuela; mujer que
por ley natural dejo este mundo hace varios años, pero en vida siempre presento
una gran devoción a su fe.
Y su precisamente mi abuela la que alguna vez
me enseño a persignarme o a santiguarme, como le quieran llamar para el caso es
lo mismo, y es misma tradición la heredo a mi madre, quien con toda devoción me
conmina a hacer la señal de la cruz y a decir una pequeña oración antes de
salir de la casa.
Ahora vamos a
ser muy sinceros, persignarse en público no es evento para cualquier mortal, ya
no se ve a la gente haciendo tal ejercicio espiritual, parece que a través de
los tiempos demostrar en público la fe es motivo de vergüenza y que solamente
los boxeadores, futbolistas y los toreros. Es la única gente que en
abiertamente hace gala de su religiosidad. Yo como buen hijo educado en la fe,
me sigo persignando cada vez que viajo en avión o en camión, aunque a uno se le
queda viendo raro los demás, como si esa fuera una actividad propia de
ancianos, me deberían de estar agradecidos todos los que no se encomiendan, si
pido por yo llegar con bien, los demás habrán de llegar también sanos y salvos
a su destino y todo sin cargo extra, las bendiciones son parejas.
Igual es la
cruz de ceniza, se ha convertido en un motivo de vergüenza. En las calles ya no
vi la cantidad de fieles con su señal en la cruz como en tiempos de antaño. Parecería
que aun los mismo sacerdotes ya no marcan la frente de los feligreses como lo solían
hacer, ahora como que ponen menos ceniza para no hacer blanco de burla a los
creyentes.
No hay que
evidenciar la devoción católica. Esta bien que suena muy fuerte eso de “Polvo
eres y en polvo te convertirás” o “Arrepiéntete de tus pecados”. Pero solo nos
recuerda la vulnerabilidad de la vida y la oportunidad que se nos dio.
Dicen que la religión
está muerta, eso dicen algunos, otros que siempre nos va acompañar mientras
existan humanos. Yo coincido que muchos solamente se acuerdan cuando requieren
de esperanza o cuando tienen un gran temor o miedo. Se acuerdan de Dios solo
para extorsionarlo o exigirle. Pero siempre se acuerdan en casos de desesperación.
Al final cada
quien es libre de pensar y de hacer lo que su buen juicio le dicte.
Eramos los únicos con imposición de ceniza en el café, pero que bien hace el reflexionar y tomar consciencia de este periodo en la religión católica! Te amo!
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