Frustrar.
(Del lat. frustrāre).
3. tr. Der. Dejar sin efecto un propósito
contra la intención de quien procura realizarlo. Frustrar un delito. U. t. c. prnl.
Esa es la definición de correcta de frustrar, pero
no dice nada de lo que coloquialmente estamos acostumbrados que termina siendo
un sentimiento de impotencia ante una situación dada. La definición de frustración
no es más que la acción y efecto de frustrar.
Entonces no es frustración lo que siento, porque no
se acomoda a las definiciones antes descritas, tal vez un poco, porque yo solo me estoy
privando de lo que espero que pase; y eso me pase por esperar que algo suceda
cuanto no tengo elementos para que sea cierto, sino la mera y vil ilusión sin
fundamento alguno. Y es que cuando no sucede lo que según yo debe de suceder mi
estomago como que le da por fabricar más ácido de lo normal y termina por crear
un malestar que es incomodo, por definición, y muy molesto eso es por no tomar
un antiácido.
Es como cuando la novia quería casarse por la noche; por la
mañana el novio. Razonaba él: “De ese modo, si no funciona nuestra relación no
habremos echado a perder todo el día”. Finalmente se casaron a la hora que ella
dijo: ya se sabe que el hombre se resigna al matrimonio con tal de tener sexo,
y la mujer se resigna al sexo con tal de tener matrimonio. La noche de las
bodas ella se despojó del breve atavío que cubría sus formas y puso a la vista
de su arrobado maridito la espléndida visión de su cuerpo hecho de marfil y
rosas. Extático, dijo él: “¡Voy a impresionarte una placa con mi tomavistas!”.
(Nota: El muchacho pertenecía a la Guardia de Honor de San Exuperino, y usaba
un lenguaje más bien conservador. Lo que quería decir es que iba a tomarle a la
novia una foto con su cámara). Ella le preguntó: “¿Para qué?”. Respondió él en
amoroso arrebato: “¡Para guardar por siempre la memoria de tu inefable belleza
corporal, que la del espíritu, a más de no poderse fijar en papel emulsionado,
por el momento no me interesa nada!”. Tomó él la foto, y seguidamente se
despojó a su vez de sus ropas. Ella manifestó: “También yo voy a tomarte una
fotografía”. Preguntó él, halagado: “¿Para qué?”. Respondió ella: “Para ver si
la puedo amplificar”. (Nota 2: Lo que tenía el desposado era apenas tamaño
credencial)...
Ya me voy porque no tengo nada inteligente que decir.
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