martes, 21 de febrero de 2012

De la falta de tiempo o de los chistes cortos


Las oficiosas amigas de una señora le dijeron: “Hemos sabido que tu marido anda persiguiendo muchachas jóvenes”. “No me preocupa eso -responde con toda calma ella-. También los perros persiguen a los coches, pero no se les pueden subir”…
Afrodisio, galán proclive a cosas de libídine, le dijo a su novia: “Como tú sabes, soy un vendedor.A mis clientes les doy muestras para cerrar la operación. Si quieres que nos casemos, tú también debes darme una muestra”. Responde la muchacha: “Muestras no te puedo dar, pero referencias, todas las que quieras”…
El señor y su esposa hacían un viaje en tren. Cada uno en su litera, se disponían a dormir. De pronto dice ella en la oscuridad del vagón: “Leovigildo: un hombre quiere meterse en mi litera”. “Calla, mujer, y déjame dormir -responde el señor entre dormido y despierto-. Ha de ser tu imaginación”.A la mañana siguiente el hombre le dice a su esposa: “Te ves cansada y ojerosa, Burcelaga. Debes haber dormido mal”. “Sí -contesta ella-. Toda la noche tuve encima a mi imaginación”…
Al terminar el primer trance de amor en la noche de bodas el novio pregunta a la muchacha: “¿Te gustó, Rosibel?”. Responde ella: “Me hiciste recordar un programa de radio”. “¿De veras? -dice él con mucho interés-. ¿Cuál?”. Contesta Rosibel: “La Hora del Aficionado”…
La señorita Peripalda les preguntó a los niños de la doctrina: “¿A dónde van las niñas y los niños buenos?”.Contestó Rosilita sin dudar: “¡Al Cielo!”. Volvió a preguntar la catequista: “Y las niñas y los niños malos ¿a dónde van?”. Pepito levantó la mano y respondió, también sin vacilar: “¡A la parte de atrás de la iglesia!”…

En el manicomio andaban siempre juntos un loquito y una loquita. Los dos tenían en la cara un permanente gesto de preocupación.“Se creen Adán y Eva -le explicó el director a un visitante-, y se la pasan pidiendo disculpas a todos por los problemas que causaron con lo de la manzana”…
Al detective del hotel le pareció que la jovencita que llegó con el maduro caballero no era mayor de edad. Los siguió hasta la habitación. Lo que vio al llegar lo dejó lleno de asombro: el hombre y la muchacha estaban sentados en el suelo, junto a la puerta del cuarto, sin entrar. Él se entretenía en resolver un sudoku, y ella leía una revista de espectáculos. Desconcertado, le preguntó el detective al señor: “Dígame usted: esta joven ¿tiene ya 18 años de edad?”.El maduro caballero consultó su reloj, y respondió luego con una gran sonrisa: “Según su acta de nacimiento, que consulté ayer, los cumplirá exactamente dentro de 10 minutos 11 segundos”…
Gracias a Don Armando Fuentes Aguirre 

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