lunes, 13 de febrero de 2012

De Cupido o de la idiotez del flechazo


Cupido (llamado también Amor en la poesía latina) es, en la mitología romana, el dios del deseo amoroso. Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se le representa generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. Su equivalente en la mitología griegas  Eros.

Conocido popularmente por ser ayudante de San Valentín; aquí es donde la historia no tiene mucho sentido, ¿en qué momento este personaje con pañales, probablemente sufra de incontinencia, se volvió esclavo de un Santo? Tomemos en cuenta que en la mitología romana Cupido es un dios, y ahora lo han degradado en la tradición católica a un vil ayudante.

Pero no es el único ayudante que tiene San Valentín, también lo ayuda San Antonio, que según la tradición y creencias populares las féminas en busca de pareja duradera (de durar no de dureza, que podrían ser las dos) y casadera ponen la imagen de este pobre santo de cabeza. Una recomendación si eres mujer y estas desesperadas por amor; poner a San Antonio de  cabeza no funciona y si de verdad funciona, te va a mandar un marido golpeador, desobligado y borracho y todo en represalia por haberlo tenido de cabeza y muchas veces contra de la pared.

Así que San Valentín no es tan trabajador que digamos, o sea que es medio huevón, en términos coloquiales.

Pero qué bonito es el amor y que estúpidos pueden llegar a ser los efectos de los flechazos que a veces de una manera certera atina a dar el personaje alada en cuestión. Todos y en verdad todos hemos hechos algún tipo de locura en nombre del amor; si tú crees que no entras en esta categoría te tengo dos noticias, una que estas mintiendo o dos que nunca has vivido.  

Muchas veces hemos gastado el dinero, que no tenemos, por regalar aquel objeto especial que la persona amada desea; ponla(o) a trabajar si la vieja(o) quiere algo, ahora que si te gusta que te exploten pues ese es tu problema, ni cómo ayudar. Hay otras personas que llevan su locura mas allá y terminan en el altar, esto sucede muy a menudo, usualmente es inofensivo el acto, el acto no el matrimonio en sí.

Hay mujeres que por amor se ponen a cocinar, y peor aún el novio se come lo que su inexperta novia cocino, y el final uno pone su cara de satisfacción rogándole al Dios que no haya sobrado comida para que no tener que pasar por el martirio de seguir comiendo “algo” que era receta de la abuela.

Hasta murió Romeo y Julieta por amor, lo cual se me hace extremo, pero hay quien le gusta hacer ese tipo de actos; no recomendables eso de morir solo se puede hacer una vez y ya, piénselo dos veces antes de hacerlo.

Locuras por amor hay cientos de historias personales a veces no tan dignas de recordar; pero cuando crean que ya no les va a suceder, créanme lo van a volver hace una y otra vez. El enamoramiento a pesar de todo, es un sentimiento que vale la pena experimentar una y otra vez, ahora que si ya están casados o tienen un compromiso estable, intenten enamorarse de su pareja, se van a sorprender de los resultados. 

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