miércoles, 9 de noviembre de 2011

Del humor o de la otra salida

Hay días que estamos tristes, otros enojados, tal vez depresivos, pero no importa el estado de ánimo, siempre una buena carcajada nos ayuda a liberar endorfinas y salir del mal humor. Altamente recomendable para las personas enfermas y enfermos terminales. No te va a quitar tus males, pero hace que tengas una mejor calidad de vida. Así que esta es la otra salida para los males eternos.

Le confió una señora a su amiga: “En la noche de bodas mi marido me dijo unas palabras muy hermosas.” “El mío – dice la otra sin quedarse atrás- me dijo cuatro palabras, pero que me sonaron muy bien.” “¿Cuáles fueron?” – se interesa de inmediato la amiga con gestos de envidia. Responde la señora con sonrisa evocadora: “Me dijo: ´ ¿Lo hacemos otra vez?¨”…

Estaban dos amigos platicando en la cantina: “No puedo uno confiar en las mujeres- dice con disgusto un tipo a otro-. Anoche fui a pasear al parque. Una señora que se veía de buena clase social andaba trotando por ahí, y se sentó en la banca donde estaba yo, dizque a descansar un rato. Entablamos conversación. De pronto ella me dijo que yo le había atraído mucho; y para mi sorpresa empezó a besarme y a hacerme tocamientos lúbricos e impropios, hasta que con diversas artes, ejercidas todas con eminente maestría, me llevó al último éxtasis de la pasión. Jamás había yo tenido una experiencia sexual así de intensa. Tan embelesado estaba con aquel extremado trance erótico que no me percate de que la mujer aprovecho mi arrobamiento para sacarme la cartera, con todo el dinero que llevaba y las tarjetas de crédito. Además me quito el reloj sin que me diera cuenta, y me saco también las plumas de oro. Hasta que se fue me percate del robo de que me había hecho víctima. Te digo: No puede uno confiar en las mujeres”. “¡Qué barbaridad! – se consterno el amigo-. Y tú ¿Qué hiciste?”. Responde el otro: “Al día siguiente me compré otra cartera, otro reloj y otras plumas, y fui a buscarla de nuevo para repetir aquello, pero desgraciadamente ya no la encontré”.

“Esta usted otra vez embarazada”- le informó el médico a la prolífica señora-. ¿Qué su marido no toma precauciones’”. “Mi marido sí.” -Responde la señora- “Pero los otros no”.

Un tipo que le dada por eso de la apuesta fue a Las Vegas, y se puso una borrachera de órdago. Al día siguiente despertó en un hotelucho de cuarta o quinta clase. A su lado roncaba la mujer más fea que había visto en su vida. Se asustó mucho al ver aquella horrible estantigua, pues no se acordaba de nada de lo que había hecho la noche anterior. Sin hacer ruido se vistió, y ya salía del cuarto cuando experimentó un vago escrúpulo. Regresó y dejó sobre el buró un billete de 50 dólares. Al ir de nuevo hacia la puerta sintió un tironcito en el pantalón. Volvió la vista hacia abajo, y vio acostada sobre la alfombra a otra mujer casi tan fea como la que dormía en la cama. Le dice ésta: “¿Y nada para la madrina de la recién casada?”...

Y antes de pasar a retirarme les cuenta que esta la abuelita y le pregunta a su nieto adolescente: “¿Por qué tardaste en venir a comer?”. Contesta el imberbe “Estaba tocando mi gaita”. Le dice la ancianita. “Estas en la edad. Pero antes de  sentarte a la mesa ve a lavarte las manos”… O que tal cuando un gendarme u oficial de la ley detuvo a una sexoservidora, y la llevó ante el juez. “¿A qué se dedica usted?” –le pregunta el severo juzgador. “Soy ingeniera sexual” –respondió ella. “¿Ingeniera sexual?” se sorprendió el letrado. “Sí –confirma la muchacha.- Levanto cosas, y luego las hago caer”. FIN 

1 comentario:

  1. jajaja me encantarón los chistes!!! más el de la abuelita y la gaita jajaja

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