viernes, 4 de noviembre de 2011

Del día ordinario o de lo que dejo de percibir

Es de eso días en donde nada parece tener interés en mi persona; es de madrugada y rezo porque sea más temprano de lo que me indican mis ganas de levantarme e ir al baño. Ya es hora, ni modo, cuando el cuerpo manda no hay forma humana de resistirse a sus mandatos. Con el apuro que marca la necesidad, hago lo pertinente y regreso a la cama con la esperanza de no hacer nada.

5:30 AM suena por fin el despertador marcando la anticipada hora de partir a las labores cotidianas. Empieza la negociación, “cinco minutos más” “al cabo me baño rápido”. Vuelve a timbrar el anunciado retintinear del verdugo que con sus campanadas te condena al recuerdo que hay que seguir por el camino trazado. “Al cabo nadie llega temprano” “cinco minutos más”. Llega el tercer aviso participando que ya es hora de abrir el telón para empezar la función. Ya no hay tiempo que negociar con la cama, “mis lentes, ¿Dónde deje mis lentes?”. Si no me pongo mis anteojos no puedo ver, por eso lo busco antes que otra cosa. 

Ya se perciben ruidos callejeros, el andar de los motores de los vehículos que transitan por las calles apurados para llevar a su destino, uno que otro pájaro que tienen ganas de cantar como participando que el sol se aproxima; los grillos que como haciendo competencia, terminan su jornada musical para ceder el paso a otros a cantar. Los gritos de una mujer desesperada que en el quicio de la casa siempre grita “No olvides tu mochila”. Los perros, unos callejeros y otros de casa, ladrando y ladrando, no avisan nada, solamente ladran. Sólo escucho murmullos y mascullo, el presentador de noticias de la televisión comenta sin ton ni son algo que tampoco entiendo. Veo el televisor, reviso qué hora es, y a que temperatura amaneció.

Robóticamente y como dispuesto por resortes salto a asearme. Supongo que el piso esta frio, realmente nunca lo sé. La cantidad de melatonina en mi cerebro todavía no me permite distinguir entre lo que es real y lo que todavía es un sueño. ¿En qué etapa del sueño estoy? Etapa 1: sueño liviano, cuando se entra y sale del sueño y se puede despertar fácilmente, en esta etapa se experimentan contracciones musculares y una sensación de estar cayendo. No, todavía no me puedo despertar fácilmente pero si siento que me caigo. Etapa 2: se detiene el movimiento de los ojos y las ondas cerebrales se vuelven más lentas. Etapa 3: las ondas cerebrales son extremadamente lentas. Etapa 4: el cerebro produce ondas delta casi exclusivamente mente. Etapa 3 y 4 son de sueño profundo. Luego viene el período REM, la respiración  se hace más rápida e irregular, los ojos se agitan rápidamente, los músculos se paralizan temporalmente, las ondas cerebrales aumentan, sube la presión arterial y el ritmo cardíaco.

Yo sigo  como en etapa 3 ó 4, todavía ando muy estúpido como para reaccionar, lo único que quiero es bañarme para decir que me estoy moviendo. Y una pregunta me asalta la mente; si todos los días me baño y salgo limpio de la regadera ¿Por qué hay necesidad de lavar las toallas? No lo sé, es todavía un misterio.

Al final del ritual del baño, me asalta la siguiente pregunta ¿Qué ropa me voy a poner hoy? Un pantalón de mezclilla y cualquier camisa es la común, mi botas de trabajo y creo que es todo, espero que esta vez no ropa interior no sea materia de cuestión, a veces sin querer me la ponga al revés. No me debato que voy a desayunar porque ya no tengo tiempo  de pensar, una fruta o un pan deberían de bastar.

Mañana será lo mismo, aunque esto no pasa de lunes a domingo. Mañana será lo mismo, sólo espero que no me pase en domingo. 

1 comentario:

  1. Mi vida!!! Que padre redacción, terminaste muy en verso!! lo de los periodos de tiempo de sueño me gusta mucho!!! Te amo mi madrugador hermoso!!!

    ResponderEliminar