miércoles, 2 de noviembre de 2011

Del día de muertos o la tradición anterior

Antes de la conquista y la implantación de la religión católica, los antiguos mesoamericanos no veían la muerte como el infierno y el paraíso que servían para castigar o premiar al difunto. Ellos creían que el destino de las almas de los muertos estaba determinado por la forma y tipo de muerte que habían tenido y no basado en su comportamiento en vida, como es nuestra creencia.
Así que las almas podían tener varios destinos:
El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. Como su nombre lo dice, son las muertes relacionadas con el agua. Los ahogados, los que morían por causa de un rayo cuando llovía, los enfermos de gota, hidropesía, sarna, bubas, así como los niños sacrificados al dios. Al parecer Tlalocan era o es, uno nunca sabe, un lugar bueno, de abundancia y reposo. Nada mal para morir ahogado, y ¿los que hoy mueren ahogados en alcohol? Bueno también es líquido.
El Omeyocan, paraíso del sol, dedicado a Huizilopochtli, dios de la guerra. Este lugar estaba reservado para los muertos en combate, los prisioneros que fueron sacrificados y a las mujeres que morían al parto. Se consideraba que dar a luz era comparable con una gran batalla. Su muerte provocaba tristeza y alegría, ya que gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. El Omeyocan era un verdadero privilegio, lugar de gozo donde se festejaba permanentemente al sol con música, cantos y bailes. Ahora la fiesta no era eterna,  si nada dura para siempre, después de cuatro años, volvían al mundo convertidos en aves hermosas.
Morir en la guerra era un gran privilegio para los mexicas. Supongo que eso de poder acompañar al dios sol y luego revivir en un ave ha de ver sido un gran honor.
Los niños muertos iban al Chichihuacuauhco, donde cuenta la leyenda que  había un árbol de grandes ramas que goteaba leche. Estos niños volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba, una especie de reservorio para el futuro de la humanidad.
¿Y el resto de los que morían? Esos se iban a el Mictlán, aquí están todos los que mueren de muerte natural. El Mictlán o lugar de los muertos o lugar de los iguales (esto último no me crean mucho, no lo recuerdo bien). Lugar habitado por Mictlatecuhtli y Micteacacihuatl, esto está parejo porque son  marido y mujer, era un lugar obscuro y sin ventanas y sin posibilidad de salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, para llegar las almas tenían que transitar por distintos lugares durante cuatro años, con la ayuda del guardián Xólotl (perro gigante). Consistía en 9 niveles, donde 8 tenían retos y el últimos era el lugar de descanso eterno.
Las nueves etapas o dimensiones eran:
1.- Aponohuaia o Itzcuintlan. Lugar del río caudaloso donde Xólotl era la única ayuda para cruzarlo
2.- Tepectli Monamictlan. Lugar donde los cerros chocan entre sí.
3.- Iztepetl. Cerro de navajas.
4.- Izteecayan. Lugar donde sopla el viento de navajas.
5.- Paniecatacoyan. Lugar donde los cuerpos flotan como banderas.
6.- Timiminaloayan. Lugar donde flechan.
7.- Teocoyocualloa. Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. Ahora aquí si te comían el corazón, caías a un charco donde te perseguía un caimán.
8.- Izmictlan Apochcalolca. El camino de niebla que enceguece
9.- Chicunamictlan. Aquí es donde las almas descansan.
Esto está peor que video juego. ¿Qué tanto son cuatro años de travesía por el descanso eterno? 

1 comentario:

  1. Ay amor me encantó, ya sabia algo de eso , pero que ligero y divertido leerlo de ti!! me encanto el final jaja más difícil que un video juego y si jaja!!!!

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