lunes, 28 de noviembre de 2011

De bailar o enamorarse una y otra vez

Bailar pegados es de las experiencias que tiene que ser forzosa en el proceso de enamoramiento.  Aunque degrada la acción, hoy parece que bailar resulta un acto tribal donde cada bailarín se mueve como desolotados como si se estuvieran convulsionando, sin fin, ni mucho menos principio.

Todo debe de empezar con la mirada, ver a la mujer con la que uno quiere empezar hacer el amor bailando en una pista de salón. Extender la mano en un gesto de humildad por parte de uno haciendo la caravana respectiva en son de amor, y ella tomar la mano de su pareja en forma de aceptación; aquí es cuando el acto de la aprobación al cortejo empieza de manera abierta y sin mas disimulo que el pudor.

Solo unos pasos es lo que nos separa del arte de bailar y lo más importante la oportunidad de volverse enamorar. Con una sonrisa, y sin nunca hablar, se le toma de la cintura con un brazo y con la otra mano se toma su mano con la delicadeza con la se toma a un recién nacido, se acerca aquella unión de manos al corazón, para sentir como la piel de los amantes se eriza al momento de hacer los primeros pasos al compás de la música.

La presión arterial sube un poco a causa de la emoción, las mejillas se sonrojan y empieza una leve charla al ritmo de la música, no importa el tema, lo que importa es por un instante tener contacto visual. Poder verla a los ojos y tratar de descubrir lo que realmente está pensado y no lo que está diciendo. Sus ojos, su nariz, sus pómulos, sus labios, hasta el molesto cabello que le cae al rostro toman un significado especial cuando se esta tan cerca.

El olor de su aliento, junto con el del maquillaje, su perfume, el olor a jabón, a crema facial, su olor propio, todo cae de golpe en los sentidos como un rompecabezas donde cada pieza es importante donde el resultado emocional es mayor a la suma de sus partes. Feromonas activas de deseo que enervan la mente, se sufre una pequeña inflamación del cerebro donde el espacio intracraneal es ocupado por las pasiones que pueden ocurrir.

Volando a través de la pista de baile, desparece el mundo dejado a los amantes en un estado de indefensión, vulnerables a todo,  endebles al sentimiento, frágiles a la emoción, delicados a la vibración des constante golpeteo del tejido liso del corazón, que parece que llega a un estado de catarsis.

Latidos sincronizados con la inhalación, y en cada respiro jalando el aroma de su cabello que emborracha, perturba, siempre incitante, desafiante. Otra exhalación, otra salida del alma por la boca, que no resiste la tentación. La música te está pidiendo, exigiendo el roce librante de los labios; suave, despacio, tierno.

Se termina la música, el sentimiento perdura. Bailar pegados es la verdadera forma de bailar.

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