Con este
escrito cumplo 365 días escribiendo de manera ininterrumpida, queda todavía uno
más para completar esta aventura que en un arranque de locura se me ocurrió en
mi soledad sentado frente a la computadora portátil en una mesa de café.
Por 365 días he
compartido mis memorias, mis temores, mis fobias, mis alegrías y mis
estupideces. He aprendido a desarrollar el disfrute de saberme capaz de
compartir mis sentimientos con los demás.
Para poder
desarrollar la compasión y la empatía con nuestros semejantes hay que ser
capaces de compartir el sufrimiento y las alegrías con los demás.
A media que
fui descubriendo el gozo que representa el compartir, entiendo que lo correcto
es compartir para que otros también lo disfruten. En un ejercicio pleno de dar
y de evitar a toda costa el egoísmo, saber compartir hace que otros también
entiendan la importancia de ello, para que a su vez tengan la oportunidad de
compartir con lo demás.
He ejercido
con toda libertad mi libre albedrío y si alguna vez omití algo, fue también
ejerciendo tal derecho. Elegí dar lo mejor de mí mismo libremente. Elegí darme
por un año al mundo, sin saber ni esperar nada a cambio.
En cada uno de
nosotros existe una fuente divina que de saberla manejar podemos dar un paso
hacia la generación de felicidad en otros, como es el caso de compartir todo
aquello que consideramos alegría, y ¿Por qué no? También todo aquello que nos
aqueja; en el mundo siempre habrá ángeles o mensajeros dispuestos a entregarnos
su sabiduría a través de los palabras de los demás.
Yo por mi
parte encontré no uno, sino varios seres de luz que me acompañaron a lo largo
de esta aventura. En especial Flavia, que supone mediar con mis incongruencias,
locuras, desesperaciones, bufonerías, mamarrachadas, y de vez en cuando uno que
otro chispazo de inteligencia. Tuvo, y tiene, la paciencia para escucharme
largas horas diciendo demencia y media acerca de los temas que iba a escribir
para el día siguiente.
En este
ejercicio de compartir, hoy sé que soy una mejor persona, que el hecho de
compartir con los demás, me hizo saber no solamente entregar, sino también
recibir. Hoy se escuchar un poco mejor a los demás, y especialmente a Flavia.
En este año entendí más sobre ella de lo que nunca me hubiera podido imaginar.
Mi cariño, admiración y respeto por su persona, no tiene límites. Al día de hoy, somos una pareja más plena.
Si logramos
que nuestro diario vivir, tuviéramos la intención de siempre ser mejores, disfrutar
el momento, saber compartir la vida y sobre todo, poder conectarnos con nuestra
fuente interna de felicidad y lograr compartir esto con los demás, no que queda
ninguna duda, que estaremos en el camino correcto principalmente en lo que se
refiere a dar.
Intente por un
este tiempo abrir mi alma, hoy lejos de lo que me imagine, termino fortalecido
y nunca vulnerable. Hice lo que hice con gusto. Pero siempre me quedo la duda
si realmente todo el tiempo “¿No sé lo
que dije?”, pero ni modo “Ya lo dije”.
Deberias seguir escribiendo, lo haces muy bien =D
ResponderEliminarTe amo!!! Soy muy afortunada de compartir esta vida contigo!!!
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