martes, 13 de diciembre de 2011

Del silencio o del ruido innecesario


A veces cierro mis ojos para no perderme nada de ti. Me quedo despierto toda la noche sólo para imaginarte respirar. Cada momento que paso contigo es un momento que retengo en mi memoria, busco lo forma de extender mi corteza cerebral para memorizar en mi amnesia la geografía espacial de tu rostro. Solo te tomo en mis brazos para sentir el latido de tu corazón y siempre me pregunto: ¿Qué es lo que sueñas? ¿Por qué sonríes cuando duermes? ¿Quién sabe? ¿A quién veras en tus sueños?

Se me entumece la vista al fijarla en tus parpados cerrados. Te beso la frente y agradezco a Dios estar juntos. Es como si todo lo que necesitara, como si todo lo que deseara, como si todo lo que se me debiera, estuviera por solo un instante en mis brazos. Evocación al silencio cuando las palabras no son necesarias.

Si me duermo y me pierdo en tu vida, ya no me despiertes, déjeme dormido al cabo ya no voy a resucitar. Acumule suficiente amor en mi memoria, codifique tus caricias en mis sentidos, almacene todos los sentimientos que puede, tengo todo para recuperar la información de nuestra vida cuanto ya no quiera despertar.

No hagas ruido, el sonido me asusta. No me digas nada, solo dame un beso en la frente como yo lo hacía y déjame dormir por siempre. No grites que me puedes despertar; no hagas exclamación alguna, mis oídos no te pueden escuchar. No emitas eco alguno, que las palabras romperán con violencia en mi silencio.  Ya las palabras son innecesarias, lo único que pueden causar es daño a mis memorias.

Déjame recordarte en silencio, rodeado de imágenes que creó el tiempo mortal. No quiero una imagen auditiva irrumpiendo en mi callado mundo de alegría. Quiero perderme en este momento por siempre, en silencio, sin dicción, sin expresión que pueda ser rota sin honor. No pretendo herida de pronunciación, el placer perdura al igual que el dolor.

Y si todo es una broma de una sinapsis mal conectada de mis redes neuronales, no la compongas, déjame vivir en mi delirio. No hay litio que repare el daño de las consonantes absurdas insignificantes y olvidables de contenido. Palabras que son triviales en su estructura burlona de cacofonías sin remedio. Si mi memoria es una mentira tuya, no sabré la diferencia. Ya estoy dormido, no hagas ningún sonido.

Tampoco respondas a mis gemidos, no rompas el silencio de mi sepulcro. No habrá forma de cambiarlo. Pretende que lo anterior se convirtió en mudez. Cuando ya no emita ruido alguno, corre y escóndete de los demás; guárdate en mi silencio otra vez.  No te preocupes, que yo veré la forma de como en silencio volverte a tener.

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