martes, 20 de diciembre de 2011

Del miedo a volar o también lo tengo yo


El miedo a volar es uno de los miedos que a veces nos atrevemos a confesar, yo soy uno se eso que tiene sus reservas al subirme a un avión. No importa cuántas veces me haya subido algún avión, siempre me pongo nervioso. Además es normal, los cielos no constituyen un medio natural para los humanos y los miedos se multiplican por múltiples causas.

Pensándolo bien, el mar tampoco me gusta mucho que digamos, no tengo escamas ni agallas para sobrevivir en un medio acuoso, aunque existan algunas teorías evolutivas que la vida proviene del agua; mi vida proviene del vientre de mi madre y estaba conectado a un cordón umbilical que me proveía de oxigeno, pero esto solo fue temporal, desde que nací ya no hubo necesidad de proveerme de nutrimentos y oxigeno de una forma que no fuera por mis propios medios.

Alguna vez Gabriel García Márquez dijo: “El único miedo que los latinos confesamos sin vergüenza, y hasta con un cierto orgullo machista, es el miedo al avión. Tal vez porque es un miedo distinto, que no existe desde nuestros orígenes, como el miedo a la oscuridad o el miedo mismo de que se nos note el miedo. Al contrario: el miedo al avión es el más reciente de todos, pues sólo existe desde que se inventó la ciencia de volar, hace apenas 77 años. Yo lo padezco como nadie, a mucha honra, y además con una gratitud inmensa, porque gracias a él he podido darle la vuelta al mundo en 82 horas, a bordo de toda clase de aviones, y por lo menos diez veces. No; al contrario de otros miedos que son atávicos o congénitos, el del avión se aprende. Yo recuerdo con nostalgia los vuelos líricos del bachillerato, en aquellos aviones de dos motores que viajaban por entre los pájaros, espantando vacas, asustando con el viento de sus hélices a las florecitas amarillas de los potreros, y que a veces se perdían para siempre entre las nubes, se hacían tortillas, y había que salir a media noche a buscar sus cenizas del modo más natural: a lomo de mula.”

Alguien me recomendó que si compartía mis miedos, estos iban a disminuir, no a desaparecer, pero si me ayudaría a mitigar un poco la preocupación. Pues le tengo una noticia para aquel buen samaritano, a unas horas de tomar mi vuelo, los mendigos nervios siguen siendo los mismos o peores, sabía que no debería de haber visto ese estúpido documental sobre accidentes aéreos.

Una vez que hice un viaje en avión de varias horas y tenia de compañero de vuelo a un sacerdote. Y que en medio de una tormenta el avión se empezó a estremecer de una forma poca usual. Al ver el padre mi cara de preocupación, más bien de terror. Voltea y me dice “Digamos una oración para que Dios nos lleve al cielo”. A lo cual conteste “Si padre, pero por favor, oremos rápido, porque vamos en sentido contrario.”


2 comentarios:

  1. Mi vida!! Tu tranquilo que iré a tu lado contandote de todo para que sea más fácil el trayecto!! Te amo!!!

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  2. Ya se, yo no se porque ultimamente que viajo tanto en avion como en camion me mareo bastante, ni con el dramamine.

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