viernes, 30 de diciembre de 2011

Del quien sabe o del tal vez


Es temprano y no tengo nada que hacer, si tuviera algo que hacer no estuviera escribiendo tan temprano, tal vez no es tan temprano, pero nadie está despierto, solo se escuchan algunos ruidos urbanos  típicos, uno que otro pájaro que supongo que están igual que yo, no tienen nada que hacer más importante que avisarle al mundo que están ahí. Es como una forma de llamar la atención y tiene que ser una forma de llamar la atención, si no ¿para qué hacer tanto ruido?

Hoy es otros de esos días que no tengo nada en que pensar, pienso y me concentro y hago un esfuerzo sobre humano por pensar, aprieto las quijadas, frunzo el ceño, aprieto con más fuerza los parpados, y es todo, tenía pensado contraer el abdomen, pero me duele un poco el estomago de la cena de anoche, y se hago mucho esfuerzo no garantizo que el resultado sea muy agradable; el proceso digestivo es normal y cuando el proceso no se lleva como originalmente estaba planeado los gases y no gases nobles aparecen en el escenario. Digamos que la combinación del metil-captano y la putrescina no es la mejor del mundo.

Para más información véase: proceso digestivo, digestión, absorción de alimentos, metabolismo o flatulencias.

Siendo este el caso, me dispondré a… todavía no tengo idea, pero tengo que disponerme a escribir algo medianamente entretenido o por lo menos medianamente inteligente. ¿Quién sabe? Así que contare uno que otro cuentecillo irreverente para empezar o más bien para terminar.

Troglodito, niño de la edad de piedra, le mostró la calificación a su papá. “Oye -le dice muy enojado el cavernícola después de revisar las notas-. Entiendo que repruebes Caza y Pesca: son materias difíciles las dos. Que saques cero en Agricultura, lo comprendo también: la clase es aburrida para nosotros, que somos todavía nómadas. Me explico igualmente que no hayas pasado Arte Rupestre: de poco sirve el arte; esas pinturas en las cuevas durarán poco tiempo. ¡Pero qué repruebes Historia! ¡No la friegues! ¡Apenas llevamos media página!”… Una indiscreta señora le preguntó a otra: “¿Cómo te hace el amor tu marido?”. Respondió la otra: “Como la Nochebuena”. Inquiere la primera: “¿Con mucha ternura y mucho amor?”. “No –replica la primera–. Una vez al año”…  Al empezar la noche de bodas le preguntó Pedancio, joven muy leído, a su novia Eglogia, joven labradora de buen parecer: “Dime, esposa mía: antes de esta noche, ¿has tenido alguna vez ayuntamiento carnal?”. “Nunca” –respondió la muchacha. Al terminar el trance del connubio pregunta ella a su vez: “¿Cómo se llama esto que acabamos de hacer?”. Sonriendo ante la inocencia de su mujercita, responde el erudito Pedancio: “Se llama precisamente ‘ayuntamiento carnal’”. “Ah –dice ella–. Entonces sí había tenido”… Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la pasión carnal, conoció en el bar a una mujer. Le ofreció una copa, y sin más prolegómenos la invitó a ir con él a su departamento. Ella se indignó: “¿Acaso crees que con una copa me convierto en prostituta?”. Le pregunta Afrodisio: “¿Cuántas necesitas?”…

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