miércoles, 8 de agosto de 2012

Del viaje o deshacer maletas


Por fin llegue a casa después de una semana de andar por la capital del país. Es increíble todo lo que cabe en las maletas. Casi al momento de pisar el hogar, deshago el equipaje, no tengo si muy claro para recordar o para volver en sí. Me gusta ir separando la ropa y recordar cada momento que se vivió cuando trae puesto tal o cual camisa.

Reviso mi bagaje y veo las manchas en el pantalón y la suciedad en los zapatos, es tierra que no es de mi tierra, son recuerdos que ya se encargara la lavadora de deshacer junto con el agua y en poco de jabón. La ropa huele diferente, no es el olor habitual, hule a lejos a otras costumbres, que si bien no me son desconocidas, tampoco las practico todos los días.

Las arrugas que se le hacen a las prendas marcando los dobleces que la plancha con la ayuda de vapor van a quitar, son los mismos pliegues que quedan permanentemente en la memoria. Todos los colores, los sabores, los tactos, en resumen, todo lo que hace que siempre recuerde con mayor o menor lucidez mi viaje.

Llego cansado, pero aun los viajes  cortos me cansan. Me gusta ver a la gente en las terminales yendo y viniendo, todos tienes sus historias, sus anhelos, sus preocupaciones. No importa la hora, siempre  hay alguien, ya sea para recibir o despedir. Pero todos con sus maletas, unas muy grandes, otras que realmente son portafolios, pero al final, todos esperamos llegar a casa y deshacer las maletas.

Separo prenda por prenda y recuerdo por recuerdo. Me gusta hacer esto, cada vez que desempaco vuelvo a recordar mis viajes. Me gusta vaciar y dejar limpio el espacio, para volver a tener la oportunidad de llenar la maleta de nuevos recuerdos.

Cosas buenas, cosas no tanto, cosas tal vez malas, de todo tipo de aventuras vividas. Ya estoy listo para el próximo viaje. No tengo idea cuando vuelva hacer, pero ahí estará la maleta lista para ser llevada, arrastrada y maltratada.

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