Por fin llegue
a casa después de una semana de andar por la capital del país. Es increíble
todo lo que cabe en las maletas. Casi al momento de pisar el hogar, deshago el
equipaje, no tengo si muy claro para recordar o para volver en sí. Me gusta ir
separando la ropa y recordar cada momento que se vivió cuando trae puesto tal o
cual camisa.
Reviso mi
bagaje y veo las manchas en el pantalón y la suciedad en los zapatos, es tierra
que no es de mi tierra, son recuerdos que ya se encargara la lavadora de
deshacer junto con el agua y en poco de jabón. La ropa huele diferente, no es
el olor habitual, hule a lejos a otras costumbres, que si bien no me son
desconocidas, tampoco las practico todos los días.
Llego cansado,
pero aun los viajes cortos me cansan. Me
gusta ver a la gente en las terminales yendo y viniendo, todos tienes sus
historias, sus anhelos, sus preocupaciones. No importa la hora, siempre hay alguien, ya sea para recibir o despedir. Pero
todos con sus maletas, unas muy grandes, otras que realmente son portafolios,
pero al final, todos esperamos llegar a casa y deshacer las maletas.
Separo prenda
por prenda y recuerdo por recuerdo. Me gusta hacer esto, cada vez que desempaco
vuelvo a recordar mis viajes. Me gusta vaciar y dejar limpio el espacio, para
volver a tener la oportunidad de llenar la maleta de nuevos recuerdos.
Cosas buenas,
cosas no tanto, cosas tal vez malas, de todo tipo de aventuras vividas. Ya estoy
listo para el próximo viaje. No tengo idea cuando vuelva hacer, pero ahí estará
la maleta lista para ser llevada, arrastrada y maltratada.
Bienvenido mi amor!!
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