Otra vez es de
noche no puedo dormir; pero veo que no
soy el único. Antes que cualquier cosa tomo mis anteojos, no puedo ver sin
ellos. Me siento en la cama y me pongo a escuchar. No prendo la luz, temo que
si veo algo mas que obscuridad se me espante el sueño. Tampoco creo que haya
hecho una gran labor, si no ¿Qué hago escribiendo en la penumbra?
Me vence mi
organismo y tengo que hacer lo que tengo que hacer. Pie uno, pie dos, paso uno,
paso dos. Voy y vengo, pero no me dirijo a dormir. Sigo frente al monitor
tratando de descifrar que son los ruidos que me mantienen despierto. El perro,
la ambulancia, ruido de automotores,
nada que no haya escuchado antes, nada que realmente me llame la
atención.
No es tan
temprano, o más bien si es temprano, más bien ya es de madrugada. Se escuchan las voces de algunos transeúntes que caminan apurados. ¿O
van a su trabajo o vienen de terminar la
fiesta y perdieron su vehículo y mejor optaron por caminar a casa? Se oyen otras cosas, no puede decir si lejos o
cerca, la noche tiene su encanto y los ruidos viajan con singular alegría.
De la
nada y así es siempre, me invaden una
serie de pensamientos, que si bien no son nuevos, no son horas de andar
pensando. Volteo y veo una parte de mis pensamientos materializados en papel.
El recibo de la cuenta telefónica, ya casi me vence el recibo de la luz, el
agua, no tarda en acabarse el gas, y una que otra factura más que reposa
apacible sobre la mesa.
Últimamente es
lo que me indica que los meses van y vienen. La vida transcurre de pago en
pago. Luego vuelvo a pensar, ya no tardo en pagar la mensualidad del gimnasio,
ya es hora de resurtir prácticamente todo lo que necesito para tener una vida
decorosa o por lo menos funcional.
Nunca he sido
muy bueno para los números, pero a mi
cuenta mensual tengo muchas restas y muy pocas sumas. No puedo ya quitar
gastos, no me sobra nada, pero tampoco me falta.
Es hora de
pensar en los grandes negocios que me van a resolver la vida, una opción, otra opción, ya compre y
vendí todo lo que se me pudo imaginar en una fracción de tiempo. Hay un sinfín de
opciones, oportunidades, los grandes negocios, recuerdo todo lo que aprendí en
mis clases de administración y todo
cuento recuerdo de esos talleres donde supuestamente a uno lo enseñan a ser el “gran
ganador”.
Al final
siempre funciona, me da sueño, vuelve la pesadez a mi cuerpo y puedo volver a
dormir un rato más.
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