Ya van 11
semanas en la que empecé mi tratamiento contra el cáncer. De una forma u otra
me repito todos los días que todo va a estar bien y que nada tiene porque salir
mal. Todos los días me levanto como si nada hubiera pasado y trato de hacer mi día
como si fuera un día ordinario.
Es curioso,
antes me hubiera peleado por tener días extraordinarios, pero hoy solo quiero
un día ordinario sin sobresaltos. Han sido 11 semanas buenas, si estoy aquí y
ahora para recibir un tratamiento, es porque estoy todavía estoy condiciones de
seguir adelante con mi vida.
Hoy seré muy
breve, estoy cansando y no tengo ganas la mera verdad de andar escribiendo. Ya cuando
paso más de media hora frente al monitor, es porque no tengo idea de que estoy
haciendo. Pero hoy es diferente, es que simplemente no me siento apto de trasmitir
algo más que no sea lo que ya dije. Ahora no estoy muy cierto que hay dicho
algo hasta este momento.
Pensé en
utilizar algún recurso barato como el de poner chistes (cosa que ya he hecho
alguna vez) o buscar algo que prácticamente seria una copia. No, hoy no tengo
ganas. Tengo sueño, mucho sueño. De hecho ya van varias veces que me descubro
dormido sentado con las manos en el teclado y la espalda encorvada.
Después de
mucho meditar y de tomar consenso, esa parte es fácil, solamente a mi me toca
votar a mi; no siempre es tan fácil ponerme de acuerdo conmigo mismo, pero
siendo una ocasión totalmente extraordinaria, me veo en la necesidad de tomar
una decisión extraordinario.
Voy a hacer
algo que creí jamás iba a suceder, voy a escribir algo que pensé que nunca iba
a escribir, pero alguna vez tenía que pasar, todo tiene que pasar alguna vez y
esa vez es el día de hoy. La verdad hasta me pesa escribirlo.
Hoy cuestiones
de fuerza mayor; más bien cuestiones imputables al autor; claro que tiene que
ser imputables al autor, nadie más escribe aquí más que yo. Entonces por
cuestiones no ajenas a mi persona: hoy no voy a escribir ni una sola palabra y
me vera a anunciar que: Hoy no hay blog.
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